2 médicos chilenos describen la situación en Sana’a, capital de Yemen y cerrada a los accesos a civiles no humanitarios (y solo de grandes ONG). BUENISIMA DESCRIPCIÓN LA DE LA REALIDAD QUE HACEN.
TEXTO:
«En las bulliciosas calles de Sana’a no hay semáforos. Están abarrotadas de autos, motos e imágenes. Fotografías de mártires, una tras otra por kilómetros, vallas camineras homenajeando a los caídos del Eje de la Resistencia en la lucha contra el sionismo. Mensajes de apoyo a Palestina en autos particulares, busetas colectivas, murallas y mostradores. Locales de comida, de ropa, farmacias y ferreterías. La ciudad vieja habitada sin pausa desde hace 2500 años, con sus mercados de maderas, frutas, piedras preciosas y las tradicionales dagas curvas (jambiyas). Sus 14 baños turcos y su mezquita de 1400 años.
Las mujeres, niños y niñas pidiendo limosna a conductores y transeúntes. La piel demasiado pegada a los huesos, la imagen demasiadas veces repetida. El bloqueo centra su acción en los tres aspectos que causan mayor sufrimiento a la mayor cantidad de gente y dañan más al más débil. Pobreza, hambre y enfermedades.
Los hospitales, de los cuales 54 han sido atacados (quedando 36 parcialmente fuera de servicio y 18 totalmente destruidos), también dan cuenta de lo que la ONU calificó en 2020, mismo año en que disminuyó su ayuda al país, como “la peor crisis humanitaria del planeta en lo que va de siglo”.
Los mutilados de la guerra atendidos en el Centro de Rehabilitación, Órtesis y Prótesis la sufren día a día. Al no poder importar las prótesis, han comenzado primero a repararlas y actualmente a fabricarlas. Ahora, bloqueada la importación de la materia prima, reciclan las irreparables para hacer muletas y otras ayudas técnicas.
Por otro lado, los contenedores con comida vencida o comida para animales que envía la ONU como “ayuda humanitaria” son sólo la guinda de la torta de una táctica de hambruna provocada que cuenta el bloqueo de importaciones de comida en paralelo a la destrucción de la capacidad casi total de soberanía alimentaria que ostentaba el país antes de la agresión. Esta táctica va enfocada por supuesto, con particular sadismo, hacia mujeres e infancias.
Hay 6 millones de mujeres embarazadas o lactando con desnutrición aguda moderada y 2 millones con desnutrición severa, además de 1 millón que padecen anemia. La desnutrición perjudica el desarrollo físico y mental, especialmente durante los dos primeros años de vida, y el daño suele ser permanente. Esos niños con desnutrición aguda son 10 millones en Yemen, incluyendo los casi 200 mil casos severos. El 45% de los menores de 5 años sufren retraso del crecimiento y baja estatura.
Siguiendo con las infancias, el 60% ha sufrido malaria, el 50% enfermedades respiratorias graves y el 40% un cuadro diarreico agudo severo. Según UNICEF, cada 10 minutos aquí muere un niño por hambre o enfermedades prevenibles.
Contando el asesinato directo e indirecto de casi 400 mil personas, de las cuales una inmensa mayoría son infancias, las similitudes entre las estrategias aplicadas a Yemen y Gaza dejan poco lugar a dudas.
Bombardeos indiscriminados sobre población e infraestructura civil; bloqueo por aire, mar y tierra; torturas y desaparición de prisioneros; todo el silencio mundial que el dinero pueda comprar mientras se intenta someter a un pueblo a través de los misiles y las bombas, del hambre y las enfermedades.
617 mil casas, 191 universidades, 486 centros de salud y 37 ambulancias, 1 400 escuelas, 13 mil campos agrícolas, 15 aeropuertos, 16 puertos marítimos, 8 mil puentes y carreteras, 3 mil tanques y bombas de agua, 659 redes de telecomunicación. Todo destruido. Artefactos para matar fabricados, vendidos y guiados por EEUU y media Europa..» (…)
«Los bombardeos de la coalición saudí estadounidense pararon en 2022. Tras resistir el asedio durante los primeros 4 años de guerra, en 2019 Yemen comenzó a bombardear posiciones dentro de Arabia Saudi (aeropuertos militares y refinerías). Primero se retiraron los gringos en 2021, abrumados por las sucesivas derrotas en el Mar Rojo. Luego sería el turno de los saudíes y su “cese al fuego unilateral”, tratando de encubrir el monumental fracaso de la agresión. Aún quedan lugares en manos de la coalición saudí, como el puerto de Adén y la isla de Socotra (en manos de Emiratos Árabes), y ciudades “partidas en dos”, como Taiz o Marib.» (…)
«Pero entonces, viendo que no habían podido ganar NADA, el ataque se enfocó en la asfixia económica para profundizar la crisis humanitaria.» (…)
«Hoy vuelven a estar bajo fuego, esta vez sionista, sufriendo bombardeos sobre población civil en la mayoría de las principales ciudades. EEUU por primera vez en muchos años ha tenido que utilizar sus propias Fuerzas Armadas para atacar al país más pobre del Medio Oriente, para que la entidad sionista pueda seguir perpretando su genocidio y limpieza étnica en Palestina sin que nadie les moleste.
Al fracasar atacando objetivos militares y tener que (nuevamente) reubicar sus buques lejos del alcance yemení, EEUU ha adoptado la táctica ya legitimada por la entidad sionista, de causar bajas civiles como principal objetivo para desanimar a la población y obligarlos a pedir clemencia, contando el país cientos de asesinados en las últimas semanas.
Pero nuevamente, EEUU, como ya les pasó una y otra vez en los últimos veinte años, se equivocaron de enemigo. La decisión del pueblo yemení es inquebrantable. Nada ni nadie los hará detenerse ni retroceder en la lucha por la liberación de Palestina.»
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FUENTE: Roberto Bermúdez Pellegrin Pablo Sepúlveda Allende. Crónica desde Yemen. El ciudadano.com.
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