ESENCIA DE SOCOTRA

Cuenta una leyenda que el Rey Melchor partió del punto más meridional de Yemen, un hermoso lugar de aguas azules en el Índico, en su camino hacia Belén. Llevaba en sus alforjas incienso y mirra, productos enormemente valorados por las civilizaciones antiguas, utilizados en ocasiones como productos mágicos y a los que se otorgaba igual valor que al oro.

La economía y riqueza del Yemen se basó durante siglos en su cultivo, que junto con el comercio de especias llevaron al país a su época de máxima riqueza y esplendor.

Las caravanas de camellos recorrían la ruta del incienso, dejando a su paso mil aromas que fascinaban a quién asistía a ese mágico espectáculo.

Llamada la Arabia feliz por los mercaderes que lograban penetrar en sus tierras, Yemen estaba envuelto en un halo de misterio que los aromas a especias, el fragante incienso y la enigmática mirra contribuían a aumentar, puesto que su aroma era el más grato que se les podía ofrecer a los dioses.

El incienso y la mirra se han seguido usando por los yemeníes a través del tiempo con sabiduría y talento. Para ello, en la antigua región de Hadramout, donde los árboles aún crecen espontáneamente, se sigue practicando una incisión en el tronco de la planta y se deja resbalar la resina, de color gris oscuro el incienso, de color ámbar traslúcido la mirra, sobre hojas de palma, para que al contacto con el aire se solidifique.
Después podremos encontrarlos, igual que treinta siglos atrás, junto con la canela, el sésamo, el clavo, el azafrán, el cardamomo, la henna o el kohl, en los fascinantes y laberínticos zocos callejeros, donde no faltará en pequeñas cantidades sobre las brasas encendidas de un hornillo, exhalando un espeso humo que lo inundará todo con su embriagadora fragancia. Un verdadero espectáculo para los sentidos que nos trasladará a las fábulas de Sherezade.

En Yemen y en la isla de Socotra es fácil dejarse cautivar por los intensos aromas de las especias después de saborear un café beduino o un chai perfumado con canela, clavo y cardamomo, y entender la fascinación por los perfumes y aromas que desde siempre han sentido las gentes de estos lugares, mientras se intuye a lo lejos el perfil difuso de una caravana sigilosa, y se deja volar la imaginación…

Como nosotras también nos hemos fascinado con su perfume y aroma, hemos preparado ESENCIA DE SOCOTRA, una cajita artesanal de cartón reciclado, forrada con un mapa antiguo de la isla de Socotra y cerrada con cuerda de fibra de coco y una pequeña pluma de metal en referencia al ave Fénix, que la mitología cuenta que anidaba en la isla. En el interior, dos bolsitas de incienso y mirra en grano de la isla de Socotra y un librito con un extracto del libro “Socotra, la isla de los genios”, del escritor y amigo, Jordi Esteva.

«Desde el Imperio Antiguo, los egipcios viajaron a los confines de su mundo en busca de incienso. Al igual que la mirra, el incienso era un bien absolutamente indispensable en los procesos de momificación, en la medicina y en los rituales de los templos. Era tal la demanda de aquella resina tan rara que su precio superaba al del oro. Quizá la ambigüedad de los egipcios respecto a la ubicación de Socotra -la isla de Paanch- y del reino de Punt, incluso la confusión entre los dos lugares míticos, se tratara de algo deliberado para no desvelar dónde se aprovisionaban exactamente del incienso y la mirra. Siglos más tarde, los árabes del sur, herederos del mismo proceder, propagarían mil leyendas sobre el lugar de origen del incienso y sobre lo peligros de su extracción, para desalentar a los posibles competidores y mantener así el monopolio de su comercio. Contaban que unas áspides aladas protegían a los árboles del incienso. Muchas de estas historias fueron recogidas por Herodoto, contribuyendo a crear la leyenda de una remota isla donde vivían las criaturas más fabulosas y en la que cualquier cosa podía suceder. Era una forma eficaz de evitar incursiones de otros pueblos navegantes.»

Jordi Esteva. Socotra, la isla de los genios.

Diseño y packaging: Solidarios sin Fronteras.

Precio: 15€

Os dejamos el enlace a un vídeo que enseña como quemarlos en un inciensiario.

VÍDEO a cargo del grafista  Albert Buendía.

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