Muchas personas aquí nos habéis oído hablar de Widad.
Widad forma parte del equipo voluntario en Yemen desde poco tiempo después de que creásemos la ONG. Apareció un día, como aparecen las personas maravillosas en la vida, sin hacer ruido y con esa energía que desprenden… Nos escribió diciendo que quería ayudar y que como hablaba español, podía servirnos como traductora del árabe al español de informes, facturas….
Faten se reunió con ella, tomaron un café y al rato recibimos un: «es una mujer fantástica, muy humilde, y con ganas de ayudar. Será genial tenerla en el equipo». Y si Faten daba el OK, nosotras aquí lo celebrábamos.
Desde entonces Widad nunca nunca nos falla. Es una JOYA tenerla. Inteligente, crítica, valiente, analítica… Sus reflexiones nos abren los ojos miles de veces….
Os contamos todo esto porque hace pocos días, cuando se cumplían 7 años de la guerra, Widad escribió esto en su facebook y queremos compartirlo.
Mientras íbamos leyendo, se nos erizó todo el vello de la piel. Llevamos 7 años con ellas, trabajando codo con codo, escuchando el horror, la desesperación… Pero leer este escrito nos dejó K.O.
No lo escribiríamos mejor, asi que aqui os dejamos lo que ella compartió:
«En memoria de la guerra..
En 2015, después de casi un mes del comienzo de la guerra, mi madre me pidió que dejara Saná y fuera con ella al pueblo cerca de Taiz. Intenté repetidamente tranquilizarla, pero ella me dijo: «Si te pasa algo malo, me volveré loca, la gente está huyendo de las ciudades a los pueblos; los pueblos están a salvo, quiero dormir en paz».
Salí de Sana’a una mañana, cogí un taxi con gente huyendo como yo. A mi lado había una familia que parecía preocupada y asustada, y la mujer a mi lado estaba orando y agachándose cada vez que escuchaba el sonido de un avión. Yo le dije: no te preocupes nada nos pasará;
Ella me pregunta: ¿De dónde sacas toda esta confianza; de dónde sacas todo ese coraje?
El tiempo pasó y avanzamos hasta que llegamos a algún lugar entre Zmar y y Yirim y el conductor paró para que comiésemos algo. Solo teníamos 5 minutos, porque él quería llegar antes del anochecer, ya que el camino estaba lleno de controles e inspecciones.
Bajé del coche y le pregunté a la mujer a mi lado, ¿quieres venir o quieres que te traiga algo? Ella dijo que no.
Fui al restaurante y desayuné rápido. Después de unos 7 minutos, escuché el sonido de un avión de guerra en el aire, fuerte y cerca. Recordé a la mujer que se había quedado sola en el coche, salí corriendo hacia el coche, y de repente escuché un misil y una fuerte explosión. Entonces sentí que algo me reventaba en el oído derecho. En ese momento, la gente corría hacia los edificios desde todas partes y yo estaba en mi lugar mirando a derecha e izquierda. Vi que la mujer salía por la ventana del coche, no sé cómo logró salir así… Entonces ella corrió hacia mí, tomé su mano y entramos al restaurante, donde nos apilamos todos debajo de las escaleras. Los niños gritaban histéricamente y las mujeres también..
Después de una hora más o menos continuamos el viaje y cuando habíamos recorrido apenas 50 metros o un poco más, nos encontramos con el misil, que había apuntado a un puesto de control en la carretera, y había matado a un soldado y herido a varios. Las ventanas de los edificios estaban destrozados, olía a piel quemada y a sangre. La mujer a mi lado me dijo: están bombardeando a todo el mundo, tal vez seamos el próximo objetivo.
Seguimos y con el paso de las horas, el dolor en el oído iba creciendo hasta hacerse insoportable; Pensé que tal vez, si abría la boca aliviaría presión, pero fue en vano, el dolor no dejaba de aumentar.
Llegamos a Taiz sobre las 7 de la noche y busqué donde dormir: estaba cansada y enferma, pero no fui capaz de dormir en toda la noche.
En ese momento las explosiones comenzaron desde todas partes. El bombardeo fue muy violento. Yo sentía como si tuviese aire dentro del oído, de repente sentí que algo goteaba, saqué un pañuelo y me limpié: era sangre, ahí estuve segura que el misil me había reventado el tímpano.
A los dos días pude viajar hasta el pueblo de mi madre. Ella me estaba esperando; cuando llegué, me miraba como si yo hubiera nacido de nuevo. Nunca le dije nada de lo que pasó, y siempre le digo que estoy bien.
Esa noche ella no paraba de contarme el horror de los muertos cercanos. Ella me decía ¿sabes quién es tal? Ella y sus hijos murieron destrozados por un bombardeo. ¿Conoces a la hija de fulanito? Oyó un avión y gritando histérica vio como su hijo era asesinado; ¿y el hijo de menganito? le explotaron los pulmones y ahora está en cuidados intensivos, y alguien mató a sus dos hijas de una bala. Etc…
No dejaba de repetir: «Estaba tan asustada y preocupada por ti, pero gracias a Dios que ahora estás aquí conmigo, rezo día y noche para que nadie salga herido, ni tú, ni tus hermanos, ni otros»
Le dije: no te preocupes mamá, esta guerra no durará mucho, seguramente encontrarán una solución para todo esto y la guerra terminará pronto.
Ella dijo: Sé que estás tratando de tranquilizarme, pero realmente nadie sabe cuándo terminará la guerra, tal vez dure mucho. Porque las partes en el conflicto solo piensan en sí mismas y en sus propios intereses.
La guerra dura ya siete años y con ella mi sufrimiento con el dolor de los oídos que reventaron aquel día… Pero me considero afortunada: comparada con otros, sigo viva.
¡CUÁNTA RAZÓN TENÍAS, MAMÁ; CUANTA TIENES CADA DÍA!
Nota: con qué sentimiento más potente estamos unidas a ti, Wid!!! Es un orgullo inmenso para nosotras que nos escogieses, que estés con nosotras. Tu sufrimiento nos rompe el alma, y ojalá algún día podamos darte el tratamiento para el oído y los ojos que tanto necesitas. Sabes que en cuánto haya una posibilidad, lo intentaremos todo!!! SOMOS FAMILIA, para siempre.
No hay guerras justas o injustas. Solo hay MALDITAS GUERRAS!!!!!!!!
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