Hoy queremos rendir un sentido homenaje a las MADRES en Yemen.

Ellas, solo ellas son capaces del mayor grado de resiliencia que una sociedad puede vivir.
Ellas, que aguantan como jabatas más de 7 años de guerra, de hambruna, de epidemias, para proteger, cuidar, salvar a sus hijos e hijas. Luchando contra todo. Contra todos. Contra el mayor de los horrores.
Ellas, las que dejan atrás sus hogares bombardeados, cogen a los niños y niñas y buscan refugio en otros lugares, muchas veces peores aún que el que dejan atrás. Ellas, que están solas, que son madre, padre, hermana mayor, hermano mayor… ellas que cuando el padre no está porque ha muerto o porque se ha quedado cuidando lo poco que pueda quedar de su hogar o sus tierras, sacan fuerzas de donde ya creían que no las tenían y como leonas protegiendo a su camada, siguen hacia adelante con un único objetivo: alimentar a su prole.
Ellas, capaces de lo imposible, de lo inimaginable, de lo que nadie más sería capaz ni siquiera de esbozar en un pensamiento. Ellas, lidiando con las bombas, el hambre, la sed, el cólera, la COVID, la violencia sexual, el secuestro de sus hijos, el rapto y venta de sus hijas por hombres desalmados….
Ellas, capaces de sacarse la comida de la boca para dársela a sus pequeños, capaces de TODO por lograr una comida más…

Ellas, las madres coraje, las que parieron con dolor y con dolor siguen en la vida, ellas que venderían su alma al diablo si con ellos sus hijos e hijas tuviesen una oportunidad.

¿Y aún hay quién se pregunta cómo una madre puede meter a sus hijos en una patera y jugarse la vida de forma tan dramática? Que quede claro si alguien aún lo duda: NINGUNA MADRE pondría a sus hijos en un bote en medio del mar si el bote no fuese más seguro que la tierra que dejan atrás.
Ninguna madre viviría en un campo de desplazados sin servicio ninguno, si el campo no fuese más seguro para sus niños que cualquier otro lugar. Porque al final, las mujeres que viven en los campos de desplazados o las que se amontonan en edificios abandonados, escuelas abandonadas, etc… tienen un único pensamiento: que la carne de su carne tenga muchos más ojos y manos además de los de ella que le cuiden y le vigilen. Eso tienen países como Yemen y ninguna guerra se lo robará: la comunidad es familia, la comunidad salva, protege y consuela.
En nuestra última distribución de packs de alimentos y productos de higiene, nos hemos encontrado una vez más con estas MADRES, estas MUJERES INCREÍBLES, dignas de toda admiración y de todo cuidado. Ellas, sin duda, nuestras heroínas sin capa, tan anónimas, pero tan ÚNICAS cada una de ellas.
Los últimos meses tenemos cada vez menos donaciones, se apuntan muchos menos socios y socias. La guerra de Ucrania ha provocado un verdadero tsunami en las donaciones para todas aquellas causas que no son la ucraniana. Y se nos encoge el estómago al leer ayer (lo tenéis colgado en un post de ayer), como los paises comunican que no enviarán la ayuda prometida a Yemen porque la están enviando a Ucrania… y paralelamente (también lo tenéis colgado de ayer), como la deuda externa de Ucrania es tan gigante, que la mayoría de las donaciones que entran en el país se van a pagar a los bancos y a los fondos.
Qué impotencia, madre mía!!!!
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