Sana’a, Yemen ayer.
La suciedad se acumula en las calles tras años de guerra, falta de personal de limpieza (recordemos que el personal público no recibe salarios), inexistencia de alcantarillado… Y así estamos por las lluvias torrenciales.
Enfermedades por doquier que se transmiten muchas de ellas por aguas contaminadas, destrozos, campos de refugiados que literalmente se los llevan las riadas, casas de la antigua ciudad que se caen porque los cimientos se pudren, ratas, infecciones, cortes de luz constantes (eso, cuando hay)….
Y hambre, mucha hambre.
¿Cuánto más aguanta un pueblo? ¿Y cuánto más debe suceder para que el mundo les mire?
Se nos encoge el corazón porque se necesita de todo y nos faltan muchos apoyos.
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