Cuando empezamos, dentro de nuestro Proyecto Agua para Yemen, a dar agua en algunas escuelas, instalando los depósitos de agua en la terraza del edificio, los niños estaban tan emocionados y felices que cada vez que llegaba el camión cisterna para rellenar los tanques de agua, corrían al tejado saltando y gritando. Pero eran tantos y con tal algarabía, que las directoras de los colegios decidieron (con muy buen criterio) impedir que subieran, porque los edificios en Yemen no tienen ningún mantenimiento desde la guerra, y daba miedo pensar que pudiese pasar algo por el peso.
Hoy, casi 7 años después, seguimos rellenando los depósitos cada semana y los niños se siguen emocionando, porque en la mayoría de los casos, no tienen acceso a agua en sus viviendas.
Yemen es el país de los depósitos blancos de agua o metálicos. Todo el país está sembrado de estos depósitos, por las calles, en los tejados… y los niños y niñas suelen ser los encargados de ir a por el agua que cada día necesita la familia.
Si van a la escuela (lo que por desgracia no es mayoritario), se levantan muy temprano para ir a por agua y luego ir al cole.
Llegar a la escuela y saber que allí si tienes agua, que no vas a tener que caminar kilómetros ni esperar horas con tu botella para llenarla, les produce una enorme alegría.
Damos agua en los coles igual que damos desayunos completos: porque queremos protegerles y que sigan yendo a clase.
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