Mirad estas imágenes, y decidnos cuántos niños y niñas sonrientes veis en el reparto de alimentos y mantas… Yemen, el país de los niños tristes.
Se nos para el corazón ante esas miradas apagadas, esos ojos sin alegría, sin brillo, esos ojos que no ríen como lo hacen los ojos de los niños y las niñas en Occidente…
Una cosa que en la ONG nos duele especialmente es cuando alguien, hablando de un país llamado “pobre” (un país no es pobre, a un país lo hacen pobre los ricos, que le ponen el pie encima y le dejan sin recursos) dice: “son pobres pero míralos, son felices, siempre ríen”.
Esa frase, (tan de salvadores blancos, tan de mirada occidental que quiere sentirse mejor pensando que aunque son pobres son felices) es de quien necesita aplacar su conciencia y su sentimiento de desolación convenciéndose de que “no están tan mal, siempre ríen”, es terrible.
No, no se trata de ser feliz. La felicidad es algo que se construye en base a unos parámetros, y si fallan los más elementales (protección, comida, sanidad, educación…), NO SE ES FELIZ ni se puede llegar a serlo.

 

Lo que sucede realmente es que la gran mayoría de niños y niñas en el mundo, por suerte, no son conscientes de la injusticia social, de las desigualdades, de los desequilibrios, de lo que no tienen.

 

Si un niño o una niña nace y vive siempre en una pocilga, para él o ella esa pocilga es su hogar. Y si no ve otras realidades, sonríe y vive, porque lo que no se conoce, no se anhela (de ahí que desde que existe internet, cada vez más jóvenes en países sin futuro, se lancen a intentar llegar allí donde ese internet les muestra que los que viven allí, tienen eso que ellos no).
Pero los niños pequeños, no. Como no conocen los sueños que les han robado, como no saben lo injusto que es que no tengan lo que no tienen, sonríen y juegan, y saltan y se hacen fotos con los turistas… porque son niños y su espíritu no conoce la maldad y lo horrible de un mundo tan injusto.
Pero en Yemen, NI ESO. En Yemen ni siquiera sonríen. Yemen es el país de la infancia triste. Yemen es el país de los niños tristes.
Miedo, miedo es lo que hay en muchas miradas: miedo a las bombas, a los aviones que sobrevuelan día y noche, a los ataques, a las balas perdidas desde cualquier terraza… Miedo en las noches cuando quienes han decidido que no tengan infancia, les llenan los desvelos de muerte, fuego, bombardeos, sangre…

Porque en Yemen los niños apenas duermen.

No se puede llamar dormir al hecho de tumbarse en el suelo y que en cualquier momento tu madre o tus hermanos te alcen en vilo para llevarte a un mejor refugio. Y eso con suerte, porque cuando eso no es así, puede suceder simplemente que las paredes bajo las que tu familia se ha resguardado, caigan sobre vosotros y os corten la vida de cuajo, como si no fueseis nadie.
Mirad las imágenes. Se nos hiela el corazón y se nos encabrona el alma al mirar a esos niños y niñas.
No hay derecho. No lo hay.
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